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A las emociones y asombros que descubrían sus caritas a medida que recorrían cada nuevo rincón de las instalaciones remodeladas de Casa del Niño, les siguieron la alegría del juego inflable en la calle y la curiosidad de la cabina que les permitía sacarse una foto para guardar el recuerdo del día de hoy. Pero no fue todo. El fin de fiesta fue un almuerzo que compartieron con un menú muy especial: panchos, papas y paletas de helado.