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El Museo Criollo Artigas está de estreno y sigue creciendo: inauguró ayer (domingo) por la tarde un enorme mural de 17 metros de largo x 1,60 metro de alto, obra del reconocido artista Ricardo “Calalo” Bossié, que recrea una tropilla de siete caballos y la yegua madrina.
El mural, realizado en paneles de chapa pintados con acrílico, lleva el nombre “Con tropilla por delante”, sugerido al artista por Juan Carlos Artigas, el propietario de este museo privado que está ubicado al fondo de su vivienda particular, en Marconi 350, y que es un reencuentro con las raíces y las tradiciones del hombre de campo.
Artigas y Bossié estuvieron acompañados en la presentación por el intendente municipal, Miguel Fernández, y su esposa, Isabel Fernández Quintana; la directora de Cultura, María Elena Bocca; Patricia Urizar, esposa del ex intendente Juan Carlos Font –amigo personal del dueño de casa-; Haydeé Merino, ex Fortinera y ex directora de Cultura; el historiador Juan José Estévez; el padre Luis Diehl, quien pronunció unas palabras y bendijo la obra; familiares del artista; amigos y vecinos que respondieron en muy buen número a la convocatoria.
Artigas agradeció a su esposa, Nora; a sus hijos; a quienes colaboraron para que este sueño del mural pudiera concretarse; por supuesto, al autor del mismo, Ricardo Bossié, con quien se conocen hace muchos años. De hecho, “Calalo” le hizo a Artigas el diseño de la tapa de uno de sus libros y juntos ganaron un premio en un concurso con una poesía ilustrada.
Después de relatar los pormenores y el paso a paso de la idea y de su realización, Artigas invitó a su esposa, Nora, y a Bossié, a que cortaran la cinta para que todos pudieran apreciar el espectacular mural, que además tiene un detalle que es un valor agregado: delante se colocaron unos postes alambrados como para que la tropilla no se escape.
Bossié también contó cómo fue pintando el mural e hizo algunas revelaciones que provocaron sonrisas y Artigas hizo oír nuevamente su voz con unos sentidos versos de profundo reconocimiento al artista. Pero no fue todo. La velada se estiró entre brindis, guitarra y charla.