Dos números redondos: 100 y 60. Este martes 31 de agosto cumple 100 años Ramón Alberto Cohen Souza, el primer pediatra que tuvo Trenque Lauquen, adonde llegó hace 60 años, adonde llegó con Elsa Bossié, también pediatra y quien sería su compañera de vida durante 55 años.
“Quince mil habitantes tenía Trenque Lauquen cuando llegamos con Elsa, era una localidad pujante. Gente amena, de corazón grande como sus anchas avenidas”, recuerda Ramón, y repite cada vez que sale a pasear en auto, rutina que ama cumplir si es posible todos los días, como la vuelta a la manzana que da caminando. Y junto con esas imágenes y a pesar de que la memoria está más frágil como consecuencia del paso del tiempo, del siglo vivido, dice con gratitud: “Llegar a Trenque Lauquen fue encontrar finalmente mí hogar”.
Es que Ramón nació en la ciudad de Iquitos, en la República del Perú, donde se emplaza el último puerto navegable del río más caudaloso del mundo: el Amazonas.
Su primer nombre no es casual, nació un 31 de agosto (de 1921), día de San Ramón Nonato que, de algún modo, marcó su destino.
Sus padres, Adilia Souza Flores y Rafael Cohen, le dieron otros seis hermanos, cuatro varones y dos mujeres – Abner, Ana, Gabino, Juan, Edith y Daniel- todos ellos ya fallecidos. Y le dieron, también, mucho amor, quizás la única abundancia en un hogar humilde, al cabo una virtud y condición que aun hoy Ramón esgrime.
. PUNTO DE PARTIDA
Ramón cursó la escuela primaria en Iquitos y al fallecer su madre se fue con su tío Daniel Souza a vivir a un caserío para ejercer informalmente la docencia, enseñando a leer y a escribir a niños, jóvenes y padres que no querían desaprovechar la posibilidad de aprender a la par de sus hijos.
Pero acaso haya sido su hermano mayor el gran visionario y hacedor del futuro de Ramón, a quien obligó -luchando con la rebeldía de la adolescencia- a dejar la selva para continuar sus estudios secundarios que finalmente le darían el pasaporte a la formación universitaria, primero en la Facultad de Ciencias Médicas en la Universidad de San Marcos, en Lima, y luego, ya en la Argentina, el primer año en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y después en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), donde obtendría su tan ansiado título de Médico.
No detuvo allí su hambre de conocimiento. Con perseverancia y esfuerzo alcanzó la especialización de Doctor en Pediatría, cuya tesis fue dirigida por su mentor, el Dr. Climent, en el Hospital de Niños de La Plata Sor María Ludovica, en el que con Elsa hicieron la residencia finalizando la década del ´50.
Son innumerables las historias que transmitió Ramón a lo largo de su vida en relación a esta etapa, pero tal vez la más pintoresca se refiera a su segundo nacimiento “pergeñado” por Abner.
Los años en la Amazonia lo habían dejado desfasado en cuanto a edad cronológica y formativa. Y entonces surgió la propuesta de “acomodar” sus papeles y liberar el camino ante la nueva vida escolarizada que se avecinaba. Esto significó “atrasar” unos años el nacimiento de Ramón, quedando plasmado en una nueva acta de nacimiento: el 27 de marzo de 1928, es decir, 7 años después, dato que todavía conserva en su DNI, convirtiéndose en una anécdota que cuenta entre otras, sobre los años en blanco y los años en negro que hasta hoy transita.
. LA LLEGADA A SU HOGAR
Antes de arribar a Trenque Lauquen, a su hogar, como él mismo afirma, y prueba de esto es que lleva aquí más de la mitad de su vida, junto a su amada Elsa habían estado antes más de un año en la ciudad de Salta, trabajando en el Hospital San Bernardo.
La pediatría era una novel especialidad que no sería fácil introducir en el ámbito de la salud local, pero había un absoluto compromiso para que el concepto calara profundo en la gente y se iniciara un cambio de paradigma en salud: la prevención.
Ramón abrazó además la Neonatología. Recibir al niño recién nacido y verlo y sentirlo aferrarse a sus dedos demostrando la fuerza necesaria para empezar a desandar la vida, siempre fue una enorme responsabilidad y un disfrute que aún recuerda y repite en infinidad de charlas.
El Centro Materno (1961), en el cruce de Villegas y Pereyra Rozas, constituyó su primera escala y por supuesto, compartida con Elsa, una sociedad de amor y profesional, ya que abrirían las puertas de un consultorio particular, sin olvidar que incursionó en el dictado de clases en el Colegio Nacional.
Hablar de cuidados del niño recién nacido y de las condiciones de atención y desarrollo, enseñar a las madres a evitar el niño enfermo y crear la conciencia de cumplir con un calendario de vacunación, marcaron de manera indeleble su trayectoria. Es de los que con razón sostenían que no había, que no hay que llevar a los chicos al médico sólo cuando están enfermos, sino periódicamente, mientras se encuentran sanos.
Con otra vecina, la señora de Fino, impulsó la formación de numerosas enfermeras que fueron ocupando espacios de servicio y entrega en los diferentes centros de salud, y recorrió incansablemente la zona -Treinta de Agosto, Berutti, Tres Lomas, Pellegrini- sembrando el mensaje de prevención en salud.
Podría asegurarse sin temor a exagerar que forjó entrañables afectos con todas y cada una de las familias que lo convocaron para atender a sus hijos, otorgando un voto de confianza que se afianzó a lo largo de su vida profesional y que abarcó hasta tres generaciones.
. OTROS DESAFÍOS
Cuando el Hospital Dr. Pedro T. Orellana todavía era provincial, alrededor de la década del ´70, fue nombrado Director, cargo para el que también se había preparado a conciencia, capacitándose durante un año en Buenos Aires en Administración Hospitalaria.
Fue ese ámbito, precisamente, un escenario de incursión y transformación donde la neonatología y la prevención fueron construyendo cimientos hasta lograr que el Servicio de Pediatría se hiciera realidad.
En 1972 y con la creación del Juzgado de Menores de Trenque Lauquen inició sus pasos en el ámbito judicial, siendo nombrado como Perito Medico, función que desempeñó hasta su retiro jubilatorio.
Pero por encima de cualquier pergamino, el Dr. Cohen Souza, Ramón, a secas, es dueño de un sello que lo distinguió: siempre tuvo una mirada contenedora y afectuosa para con sus pacientitos, a los que siguió hasta verlos adultos, realizados. También lloró cuando la ciencia resultó impotente.
Ramón, qué duda cabe, ha sido un testigo privilegiado de los avances de la Pediatría. Y es, sobre todo y antes que nada, el “mi doctor” con el que cientos de trenquelauquenches le demuestran su afecto al cruzarlo por las calles.
Aunque no recuerde nombres ni apellidos, a cada uno de esos saludos les responde con su mejor sonrisa. Así sigue agradeciendo, a un siglo de vida, las oportunidades que le dio la Argentina -su país de adopción-; donde al emigrar de su Perú natal la Universidad Pública y Gratuita le permitió alcanzar su sueño: el de ser médico de niños y ser asistencia ante los más vulnerables. Así sigue agradeciendo haber encontrado en Trenque Lauquen, su hogar. El que se encargó de construir junto a su entrañable Elsa, con quien aquí echó raíces y dio cuatro frutos: Marta, Luis, Claudia y Marcela, sus hijos.