La Municipalidad de Trenque Lauquen realizará mañana (martes) a las 18 horas el acto oficial en que se Declarará Monumento Histórico Cultural el Almacén “El Porteño” del Paraje La Porteña y de esta manera será incorporado al Patrimonio Cultural del Distrito de Trenque Lauquen.
Estarán presentes las autoridades del Distrito y propietarios del almacén, quienes descubrirán una placa para dar cumplimiento a la Ordenanza Nº 3489 del 2010.
HISTORIA
El almacén de Ramos Generales El Porteño, ubicado en el empalme de la Ruta Provincial 33 con la ciudad de Tres Lomas, fue construido en 1919 por iniciativa de un nieto político del General Justo José de Urquiza.
“En 1919, la familia Madero Urquiza, propietaria de grandes extensiones de campo en la zona, y familiares directos del General Urquiza, mandó a construir un almacén para proveer de mercaderías, bebidas y objetos de campo a la región. El objetivo era crear en torno a la estación ferroviaria La Porteña un pueblo”, escribe el periodista Juan José Pfeifauf en la nota La Porteña, publicada en Clarín Pueblo a Pueblo, en febrero de 2009.
Según el periodista hubo varias razones que impidieron que el proyecto prosperara. Entre ellas se encuentran las inundaciones, las crisis económicas y las migraciones a las grandes ciudades. Consecuentemente, el sueño de la familia Madero nunca pudo concretarse y hoy La Porteña es un almacén, una escuela, una capilla y una vieja estación de ferrocarril cuyos galpones están en manos de la compañía multinacional Cargill.
En 1948, El Porteño fue adquirido por un empleado del mismo: Ernesto Vagliente. La familia se hizo cargo del almacén de Ramos Generales y soportó con una fortaleza envidiable todos los obstáculos que se le presentaron en el tiempo: inundaciones, sequías, migración del campo a las grandes ciudades, olvido estatal, etc.
Ernesto, junto a su esposa Elsa Olivera, y su hijo y nuera, tomaron las riendas de El Porteño para continuar con ese sueño de la familia Madero-Urquiza. Poco le importó al ex empleado del almacén el avance de la modernización, los avatares de la naturaleza, y la huida de los campesinos hacia las grandes ciudades. Su energía estuvo centrada en la conservación del lugar, y su muerte no implicó el cierre del almacén ya que continúa en manos de su hijo y nuera.
El Porteño comenzó a construirse en 1917. Sin embargo, las inundaciones de ese año terminaron con las paredes del almacén, y debieron construirlo más alto. En ese período, y por iniciativa de la misma familia propietaria de la Estancia La Porteña, se construyeron el destacamento policial, la escuela, una carnicería y una herrería.
En el interior del boliche se pueden encontrar bebidas, alimentos, sogas, recados, garrafas, embutidos, ropa, artículos de ferretería, ollas, juguetes, baldes y palanganas, entre otros artículos. Además, se conservan revólveres que usara en el siglo pasado el padre de Ernesto Vagliente para defenderse de los atacantes a las volantas y carruajes.
El almacén El Porteño es uno de los pocos lugares donde la modernización no ha podido ingresar. La historia se mantiene intacta y su presencia se manifiesta en los almanaques originales de la fábrica Alpargatas de las décadas del 40, 50 y 60, en las botellas de barro de Ginebra Bols, en las latas de galletitas Canale, en los cajones de pan, en los carteles de chapa de la gaseosa Crush o en los ceniceros triangulares de aluminio de la cervecería Quilmes.
En otros tiempos, el paraje La Porteña llegó a contar con 550 habitantes. Ahora, sólo hay 80 personas.