Se cumplen 18 años de la muerte del doctor Horacio Antonio Arrastúa, fallecido un día como hoy de 2006, a los 76 años de edad, quien fuera intendente del distrito de Trenque Lauquen en el período 1983 a 1989.
Ejerció la profesión de médico veterinario y fue profesor del Colegio Nacional, pero más allá de eso, en su espíritu vibraba fuertemente su pasión por la política, que venía desde su misma cuna, ligada a la Unión Cívica Radical. Su padre Felipe, ya había sido dos veces intendente.
Arrastúa, que también fuera concejal desde 1961 ocupando el cargo de presidente del Honorable Concejo Deliberante entre 1963 y 1966, entendió la función pública como una herramienta de servicio a la comunidad. A partir de 1983, en el inicio de su gestión, su principal desafío fue iniciar la conformación de un equipo de gobierno desde cero, con funcionarios que no tenían el dominio de las reglas de la administración pública a raíz de las intermitencias del sistema institucional democrático que había sufrido nuestro país en los últimos años por los golpes militares. Además, esa dificultad se completaba con la necesidad de articular un vínculo próspero con el Concejo Deliberante para poder hacer funcionar el engranaje de ordenanzas, decretos y resoluciones que pusieran en marcha al Municipio para atender las necesidades de la comunidad. Y todo esto se logró con un equipo de funcionarios muy jóvenes y el apoyo de todas las instituciones de nuestro distrito.
No fueron tiempos fáciles los que debió enfrentar con su equipo de gobierno sobre el último tramo de su período de gestión, por la desbocada irrupción aguas arriba del Río Quinto, que anegó enormes extensiones de campo fértil, y puso en peligro las plantas urbanas del distrito, donde hubo que tomar decisiones extremas. Además de las durísimas consecuencias económicas que afectaron el erario público y a la población en general.
Fue Arrastúa un hombre que honró como pocos la carga pública que el pueblo trenquelauquense le había otorgado en las urnas. Fiel al infaltable poncho sobre sus hombros, también Arrastúa demostró que la austeridad es una de las grandes virtudes republicanas. Hoy, una de las calles de la ciudad, lo recuerda como un reconocimiento a sus convicciones y a su generoso aporte a los valores de la democracia.