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“Estoy convencido y seguro de que a medida que fuimos escuchando al “Negro” (José) Arrieta, Patricia (Urizar), la descripción de lo que dice la Ordenanza, por nuestras cabezas fueron pasando muchas cosas”, comenzó diciendo el Intendente Miguel Fernández, en su mensaje a la comunidad durante el acto de imposición del nombre de Juan Carlos Font al Centro Cívico La Primera.
“Es muy bueno que Patricia nos cuente su visión y la visión de Carlos ahora que no está, porque de alguna manera es lo que él ha transmitido”, manifestó Fernández, para apuntar: “Qué difícil ha sido el camino de Carlos en la política, y es lo que siempre percibí, qué difícil para una persona como Carlos ser el alter ego de “El Gordo” (ex intendente Jorge Barracchia) y defenderlo como sea, haber sido leal y fiel y haber sido destratado después injustamente”.
“Y eso habla de la personalidad, de lo estoico que podía tener Carlos con ese perfil bajo que a veces juega en contra, pero él lo hizo y mucho tiempo basado en sus convicciones, algo tan deteriorado hoy en día”, indicó.
Además consideró que “ese rol de perfil bajo, quizás “poco popular”, le permitió sortear dificultades enormes, por ejemplo un cambio de gobierno por una circunstancia de salud de Barracchia, en un momento muy complicado y le tiraron una papa caliente, no a propósito, pero se la tiraron y se la tuvo que bancar: el trueque, la crisis del 2001 y donde muchos salieron corriendo, con excusas varias, él se la bancó y se quedó, porque era para lo que había sido convocado como concejal y como sucesor nato del intendente enfermo”.
En ese contexto adverso, Fernández remarcó que “no anduvo llorando detrás de la puerta, salió con ingenio y con un equipo, muchos de ese equipo están ahora acá, que lo valoran y que han discutido con él sobre ese perfil tan bajo y no es casual que sus amigos y funcionarios estén presentes hoy, porque dejó un legado, aunque la macana de la historia es que el legado se ve cuando el otro no está, a mí me hubiera gustado que estuviera Carlitos acá”.
Asimismo, dijo que “lo que hizo dejó huella y coincido con Patricia (Urizar) que el deber de un gobernante es mostrar lo que se hace y por qué se hace, y Carlos estuvo seis años, no estuvo 40 y hubo un relato de muchas de las cosas que hizo pero faltaron otras y además construyó cosas que no son obras, porque no todo en la vida de un gobernante es inaugurar obras, es generar cultura del trabajo, armar equipos y sembrar comunidad”.
“A mi me pareció injusto lo del (barrio) Aramendi, las 128 viviendas y Carlitos inauguró la mitad, las otras estaban casi listas para inaugurarse y después tardaron tres años para inaugurarse, a veces la política tiene eso de mezquino y de no reconocimiento del trabajo silencioso que hacen muchos”, señaló.
También recordó que cuando asumió en 2015, “Carlos tuvo un gesto sumamente noble de acercarse para ayudarme, y venía muchas veces, al comienzo le era fácil pero después con mucha dificultad para caminar y subir la escalera, pero venía a conversar, quizás no le dediqué todo el tiempo que le tendría que haber dedicado porque estaba muy compenetrado en el inicio de la gestión en cambiar muchas cosas y hubiera sido muy necesario para mí tener más diálogo y aprender mucho de lo que tenía para enseñar”.
“Se fue pronto, se fue muy joven, a los 64 años y como decía el Padre Pellegrino, se la bancó con una dignidad importantísima y siempre mirando a los jóvenes, recuerdo a los jóvenes de la JR en lucha, y Carlos era un referente, porque Carlos transmitía la convicción de la política bien hecha, de lo que significa hacer política”, señaló Fernández, marcando que “la política no tiene dos espacios distintos o se está con la gente para la gente o se está a favor de uno o de los intereses de uno, y Carlos estaba en el bando correcto, en el que había que hacer política para cambiar las cosas para que la gente estuviera mejor y ese es el motivo por el cual hoy estamos acá”.
En este sentido valoró que “Carlos dejó una historia de vida, de convicciones, de pertenencia partidaria, habiendo cumplido su rol con firmeza y fidelidad a los ideales y al deber que le tocaba ocupar en ese lugar y asumir las derrotas con dignidad sin bajar su bandera”.