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La grey milonguera trenquelauquense despidió anoche la segunda edición de Tango en la Calle, una actividad de verano que se desarrolló todos los miércoles de enero y febrero en el patio del Centro Cívico (de 21 a 23), con el mismo entusiasmo, sentimiento y pasión que había comenzado.
Y en ese hasta luego hubo, como siempre, experimentados, avanzados y principiantes, una particularidad que enriqueció e hizo crecer la propuesta de la Escuela de Tango Malajunta, con el acompañamiento de la dirección de Cultura.
Entre los primeros estuvieron Gonzalo Etcheverry, director de Malajunta; las profesoras Marcela Lozano y Silvina Martínez (encargadas de la enseñanza de los primerizos, junto a alumnos que ya vienen «pateando» pistas hace rato); Hugo Altamiranda y Marcela Demaría (Luna y Misterio); Alfredo Villalba (de Arrabaleras) y esta vez se sumó otra destacada bailarina que también le sacó lustre al mosaico, Andrea Gómez Corvalán.
El dúo Fredy Angulo, en voz, y Martín Díaz, en guitarra, redondearon una noche única, con una impecable interpretación de El cantor de Buenos Aires, Milonga sentimental, Tinta Roja, para finalizar con un pie en el estribo, tras un pedido de bis, con la milonga El Conventillo. A esta altura, hacía rato que las sillas habían quedado vacías.
Tango en la calle bajó así la persiana de su segundo año con la certeza de que su música y danza sumó más fieles, y con una promesa: Volver.